En conjunto, en los trece manuscritos había copiadas unas cincuenta obras gnósticas, casi todas desconocidas hasta el momento, incluido el fascinante Evangelio de Tomás. De esta manera salían a la luz documentos de primera mano sobre la historia de los primeros tiempos de la cristiandad. Especialmente sobre la evolución del cristianismo egipcio durante los primeros siglos de existencia.
Según investigaciones realizadas, los códices datan de finales del siglo IV o principios del V. Algunos de ellos son mencionados por los primeros padres de la Iglesia (Clemente de Alejandria, Irineo y Orígenes): se trata del Evangelio de Tomás, el Evangelio de los Egipcios y el Testimonio de la Verdad. Algunos de los libros encontrados son considerados por los investigadores como autorizados de ser los Evangelios oficiales. Al ser escritos para un público egipcio y no uno romano, no contienen manipulaciones y errores que sí poseían los textos traducidos para el pueblo romano. Por esta misma razón se libraron de la censura de la ortodoxia romana. Y, por último pero no menos importante, quienes los han estudiado consideran que es muy posible que se basen en fuentes de primera mano, tales como relatos de colaboradores de Jesús o testigos oculares (y, por lo tanto directos) de la huida de Tierra Santa de los Judíos.
Información extraída del libro:
Más Allá del Código Da Vinci (René Chandelle)