Cuando el presidente mexicano Lazaro Cardenas decretó la nacionalización de la industria petrolera, el 18 de marzo de 1938, Reino Unido y Estados Unidos boicotearon a México prohibiendo a sus países aliados comprar crudo a la nueva empresa creada por Cardenas: Petromex, hoy llamada petróleos mexicanos. Sin embargo, esto no afecto a la economía en México, pues Hitler y Mussolini compraban grandes cantidades de crudo haciendo rentable la extracción.
Siendo Estados Unidos uno de los principales enemigos del nazismo durante la segunda guerra mundial, a Hitler le pareció necesario conocer los movimientos y capacidades de ese país, por lo que eligió a México para establecer un centro de espionaje. La Abwehr (inteligencia militar alemana) envió a finales de 1939 a los primeros hombres que investigarían la capacidad industrial de Estados Unidos. Se seleccionó como jefe de misión a George Nicolaus, quien hablaba perfectamente español e ingles y como segundo al mando a Friedrich von Schelebrugge. Una parte de la misión, tan necesaria para Hitler, consistía en vigilar movimientos militares a través del Golfo de México y el Canal de Panamá. George fue capacitado por el ejército alemán durante tres meses en los que aprendió desde comunicación a larga distancia usando materiales comunes hasta elaboración de potentes bombas con materiales simples adquiridos en farmacias.
Nicolaus llegó a México el 30 de marzo de 1940. Los nazis pretendían introducirse poco a poco en el nuevo gabinete del presidente Ávila Camacho. El grupo de espionaje había crecido considerablemente, pues cada vez nuevos elementos se unían a la estructura; sin embargo, fue una mujer quien mostró más resultados en las tácticas de espionaje para los alemanes: Hilda Krüger, una actriz quien en menos de dos meses se había ganado el corazón de algunos funcionarios del gobierno de México. Ella llegó a involucrarse con Miguel Alemán Valdés, quien fungía como secretario de Gobernación; Ramón Beteta, secretario de Hacienda; Ezequiel Padilla, entonces Canciller y el general Juan Andreu Almazán. Hilda ayudó a introducir en México a unos 150 espías alemanes, consiguiendo visas y apoyo del gobierno mexicano.
El gran sistema de espionaje alemán era apoyado y protegido por el Secretario de Gobernación y con esto, el grupo pudo enviar en 1941 a Alemania toneladas de materia prima para explosivos, detalles sobre el ejército estadounidense y sobre la fabricación de armas de guerra. Sin embargo, autoridades estadounidenses se percataron de los grupos de espionaje y Estados Unidos comenzó a presionar a México obligándole a capturar a los agentes en 1942, entre ellos Hilda Krüger. La detenciones provocaron que el 13 de mayo del mismo año, el buque petrolero mexicano «Potrero de Llano», que navegaba en el Golfo de México fuera hundido por un submarino alemán cobrando la vida de 14 marineros mexicanos y derramando al mar 37.358 barriles de crudo. El gobierno mexicano protestó enérgicamente ante el gobierno alemán, y Alemania respondió con otro ataque hundiendo el buque petrolero «Faja de Oro», en donde murieron siete marineros mexicanos. México envió una nota de protesta a los países del Eje, pero Alemania se negó a recibirla, Italia y Japón no contestaron.
El 22 de mayo de 1942 el presidente Ávila Camacho declaró la guerra a todas las naciones del Eje y comenzó a confinar a los alemanes, italianos y japoneses con la finalidad de vigilar sus actividades cotidianas. Para confirmar la relación diplomática entre México y Estados Unidos, Manuel Ávila Camacho y Franklin Roosevelt acordaron reunirse en Monterrey en abril de 1943 donde discutieron estrategias de defensa en sus fronteras para la seguridad de sus naciones, planes que fueron conocidos por los espías alemanes, ya que el traductor de esta reunión fue Robert Trauwitz, un agente nazi.
Estados Unidos respaldó al gobierno mexicano argumentando que lo sucedido era considerado una invasión de alemanes en territorio nacional, así fue que inició una campaña xenofóbica hacia los alemanes y se firmó en México la Campaña Panamericana de Chapultepec, en donde se acordaba prohibir el ingreso de alemanes a países latinoamericanos. Los alemanes residentes en México huyeron a Argentina con protección discreta del entonces presidente Juan Domingo Perón.
Articulo original de Susana Madrigal
Extraído de la pagina enlacemexico.info