En 1973 los padres de Anneliese Michel, de 21 años, acudieron a la parroquia de Leiblfing, su pueblo en Baviera, en Alemania, para pedir que algún sacerdote practicara un exorcismo de emergencia a su hija. Según contaron, la joven llevaba cinco años sufriendo extraños ataques y convulsiones, que habían ido volviénose cada vez más violentos. Anneliese decía ver caras malignas, y ni las hospitalizaciones por las que había pasado ni los medicamentos lograban mitigar su sufrimiento. Dadas las extrañas circunstancias del caso, el párroco Ernst Alt estudió el historial y decretó que Anneliese presentaba, efectivamente, una posesión demoníaca y necesitaba un exorcismo. Sin embargo, después de varias sesiones, el tratamiento no funcionó y la joven murió en 1976.
Más de dos años de continuas sesiones de exorcismo la fueron consumiendo poco a poco y terminaron por provocarle un paro cardíaco. Los médicos que hicieron la autopsia explicaron que su cuerpo presentaba numerosas heridas, una grave anemia y deshidratación. Anneliese había muerto de extenuación. La realidad es que la joven era epiléptica, aparte de sufrir depresión y episodios de esquizofrenia en la adolescencia. La investigación posterior demostró que estaba malnutrida y que hubiera podido salvarse con ayuda médica básica. Sus padres, quienes mostraban señas de fanatismo religioso, y los curas responsables fueron acusados de negligencia.
