Para
el verano de 1944 ya había quedado claro para muchos de los oficiales
de alto rango de la Wehrmacht (Fuerza de Defensa) que Alemania estaba en
manos de un despiadado. Las derrotas aplastantes en los frentes
oriental y occidental parecían no hacer mella en Hitler, cuyo
desquiciado optimismo se basaba cada vez más en estrategias
impracticables y ejércitos fantasma.
Mientras el Fürer rabiaba y despedía a sus generales, la oposición
crecía entre el alto mando del ejército alemán. Bajo las órdenes del
general Ludwig Beck y el mariscal de campo Erwin von Witzleben, se urdió
un complot para asesinar a Hitler.

Durante la mañana del 20 de
julio de 1944, el coronel Claus von Stauffenberg entró en la «guarida
del lobo», nombre que recibía el cuartel general de Hitler en
Rastenburg, en el frente oriental prusiano. El Fürer daría una
conferencia allí con otros miembros veteranos del Estado Mayor.
Stauffenberg, un héroe de guerra y aristócrata que desarrolló gran odio
contra Hitler, llevaba una pequeña maleta que contenía una única bomba,
uno de los muchos artefactos de manufactura inglesa requisados por el
Abwehr, el servicio de inteligencia alemán. Colocó el maletín bajo la
mesa en la que Hitler iba a sentarse, activo el temporizador y se marchó
del edificio a toda prisa, dirigiéndose a Berlín, donde los
conspiradores pretendían tomar el poder mediante un golpe militar.
La bomba estalló. Otros murieron, pero Hitler sólo sufrió heridas
leves. Al día siguiente retransmitió un discurso a los alemanes,
señalando que el haberse salvado era prueba de que iba a completar sus
objetivos «bajo la protección de un poder divino». Los responsables de
la explosión no gozaron de dicha protección. Claus von Stauffenberg fue
capturado y se le dio muerte disparándola en el acto. Los demás
conspiradores tuvieron la sensatez de aceptar la oferta de quitarse la
vida ellos mismos como castigo. Aquéllos menos afortunados fueron
colgados de ganchos de carnicero con cuerdas de piano y sus ejecuciones
fueron filmadas para disfrute de Hitler y de otros miembros veteranos
del Partido Nazi, y también como advertencia para otros oficiales del
ejército.
Información extraída del libro: Crímenes (Nick Yapp)