En 1940 cayó prisionero por las tropas nazis y el 27 de enero de 1941 fue enviado al campo de concentración Mauthausen con otros 1.500 republicanos españoles. Consiguió que lo emplearan en el servicio de identificación de los presos, donde se conservaban fotografías de altos mandos y actividades comprometedoras que tomaban los miembros de las SS para sus archivos. Él, junto con otros dos españoles, Antonio García y José Cereceda, lograron esconder copias que ellos mismos hacían de las fotografías. En un primer momento fueron sustraídas unas 200 fotos en papel y 800 negativos.
Ante la inminente derrota de los alemanes, Boix recibió la orden de destruir los archivos y los negativos, algo que hizo parcialmente, pues efectuó una exhaustiva selección, salvando material histórico. Durante la liberación, consiguió hacerse de una cámara Leica y tomó varias fotos de aquel momento: sus compañeros liberados; la muerte del comandante Ziereiz; el derribo del águila nazi en la entrada al campo, y la recogida del material fotográfico.
Durante el juicio de Nuremberg, afirmó que su tarea en el laboratorio fotográfico, dirigido por el suboficial Paul Ricken de las SS, consistió en revelar las películas de los fusilados. Mostró y documentó algunas de las fotos más significativas, que probaban visitas de altos mandos como Himmler y Kaltenbrunner, cadáveres lanzados desde lo alto de la cantera, el trabajo de las vagonetas, el ahorcamiento público de Hans Bonarewitz, quien había logrado escapar pero fue capturado de nuevo, entre otras.
tras la liberación de Mauthausen, Boix se estableció en París, Su salud estaba quebrantada a consecuencia del campo y, tras largas estancias hospitalarias, murió en 1951. Fue enterrado en el cementerio de Thiais, al sur de París.
Información extraída de la revista:
La Aventura de la Historia (Junio 2010)