Propaganda: manipulación de masas
Publicado por
Anonimo
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29 diciembre 2014
Una vez finalizada la Guerra del Pacifico, también conocida como 'Gran Guerra de Asia Oriental', en la que se enfrentaron Estados Unidos, Reino Unido y otras naciones contra Japón para detener la expansión de este último en territorio chino, y que culminó con el lanzamiento de bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, Washington y Moscú iniciaron la llamada Guerra Fría, que finalizó el día que cayó el Muro de Berlín en 1989. Aquel periodo estuvo marcado por la confrontación retórica y propagandística entre el comunismo y el capitalismo.
Estados Unidos puso en marcha dos emisoras de radio controladas por la CIA: Radio Free Europe y Radio Liberty, que emitían propaganda a la URSS y a sus países satélites. Los soviéticos respondieron con Radio Moscow y con un sistema educativo que inculcaba a los niños rusos el rechazo a Estados Unidos, un país al que acusaban de corrupto e imperialista.
En el conflicto de Malvinas de 1982, un programa de la BBC transmitía fingiendo pertenecer a una emisora de radio argentina para socavar la moral de las tropas estacionadas en las islas. Se difundió que el presidente argentino había dicho por televisión que estaba dispuesto a sacrificar a cuarenta mil hombres en defensa de las Malvinas, lo que era absolutamente falso.
Tras los atentados a las Torres Gemelas el 11 de septiembre del año 2001, el gobierno estadounidense creó la Oficina de Influencia Estratégica (OIE), como parte integrante y como medio psicológico para llevar a cabo la "guerra contra el terrorismo" y desinformar a la población en áreas estratégicas. La OIE mintió descaradamente cuando aseguró que Irak tenía armas de destrucción masiva, un dato que creyeron algunos líderes europeos y que fue difundido sin reparo por medios occidentales, entre ellos el prestigioso New York Times, que meses después se disculpó ante sus lectores.
La propaganda siempre ha sido una buena herramienta para desmoralizar al enemigo, y es que el objetivo que se busca no es hablar de la verdad, sino convencer a los nuestros de un mensaje determinado a través de los medios de comunicación. Su fuerza es de tal magnitud que reconduce y trastoca las emociones, actitudes y opiniones de la gente. Como ha quedado patente a lo largo de la Historia, la propaganda siempre ha avivado el sentimiento patriótico y el odio hacia el enemigo. Y lo ha hecho de forma tan eficiente que no cabe duda de que las guerras futuras tampoco quedarán el margen de su poderoso influjo.