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La verdadera historia de 'El Exorcista'

Cuando en 1973 se exhibió la película El Exorcista, todo mundo quedó impresionado. Lo que vivió la niña en la película resultaba impactante y para muchos fue un primer acercamiento a lo que se definía como «posesión demoníaca», algo nuevo para aquellos que no estaban familiarizados con temas sobrenaturales, así la situación manejada en el filme parecía increíble. A pesar de ésto, no se trataba de ciencia ficción. La historia fue basada en hechos reales.


William Peter Blatty, autor de El Exorcista, se encontraba escribiendo un libro que nada tenía que ver con éste fenómeno y un día, en la biblioteca de su escuela en la Universidad de Georgetown, buscando entre documentos alguna idea para desarrollar su novela, descubrió una increíble bitácora que describía detalladamente como se había realizado un exorcismo. A partir de ese momento comenzó a escribir sobre el asunto, cambiando los nombres de los personajes y otros datos. Nunca se imaginó que su historia se convertiría en un gran éxito taquillero.

En la historia real no se trataba de una niña, sino de un niño que en enero de 1949 vivía en Mount Rainier, Maryland, cerca de Washington. Era una casa pequeña, actualmente abandonada. En su época fue ocupada por una familia de clase media a la que pertenecía Douglas Deens, hijo único de 13 años, quien constantemente recibía la visita de una tía procedente de Saint Louis. Ella utilizaba la ouija y creía firmemente en sus facultades para comunicarse con los muertos. Esto llamó la atención del niño, que de inmediato empezó a manejar la tabla. Días después de una visita de la tía en la que se llevó a cabo una sesión de ouija, empezaron a ocurrir cosas extrañas: los objetos salían disparados contra las paredes, las imágenes religiosas temblaban sin razón aparente, los cuadros se desprendían cayendo al suelo y en el colchón donde dormía el niño comenzaron a aparecer marcas extrañas.

El 26 de abril de 1949 fue un día devastador para el muchacho, su querida tía había fallecido, por lo que intentó comunicarse con ella por medio de la ouija sin tener éxito. Algo cambio a partir de ese momento, pues Douglas empezó a experimentar cambios de personalidad: de día era una persona normal, pero de noche se volvía muy agresivo. Fue en ese momento que sus padres decidieron buscar una solución a todos los acontecimientos extraños que ocurrían en la casa, así que llamaron a un pastor luterano, el reverendo Schulzer. El pastor tuvo al niño en su casa a lo largo de varios y días y quedo sorprendido, ya que siempre que recibía la visita de Douglas ocurrían cosas inexplicables. El 21 de mayo, Schulzer contacto al doctor Drine, un médico psicólogo de la universidad de Durham, Carolina del Norte, indicándole que el chico manifestaba síntomas alarmantes y visiblemente sobrenaturales. Drine dijo a los padres de Douglas que era necesario someterlo a un tratamiento, pero ellos se negaron argumentando que lo que padecía el niño no tenía nada que ver con una enfermedad mental y decidieron buscar ayuda de la iglesia.

Un sacerdote católico, de nombre Hughes y quien no estaba preparado para realizar exorcismos se comprometió a ayudar al niño, utilizando para esto un viejo ritual romano. Hizo que ataran a Douglas en la cama de su habitación y le pidió a sus padres que no dejaran de rezar. Durante el exorcismo los objetos salían disparados por toda la casa, el niño no dejaba maldecir y escupir al sacerdote, quien estaba sumergido en miedo. De pronto el ritual se vio interrumpido, pues con una fuerza inexplicable el niño logró arrancar un resorte del colchón y atacó al sacerdote Hughes hiriéndolo en un brazo, provocandole un insoportable dolor y abundante sangrado. El sacerdote tiró la biblia al suelo y abandonó el ritual.

Después del fallido intento de exorcismo y cuando Douglas se encontraba mejor, su madre lo ayudó a darse un baño, al quitarle la camisa quedaron sorprendidos, pues tenia marcas en su abdomen y resaltaba la palabra "Louis". La madre preguntó: ¿Quieres ir a Saint Louis? y repentinamente la palabra cambió a "Yes". Sin dudarlo se dirigieron a aquella población, donde el caso del niño fue analizado por un padre jesuita de nombre Bishop, por el padre Bowdern y otros sacerdotes, quienes decidieron bautizarlo para poder realizar el exorcismo como debía ser. Los días 14, 15 y 16 de abril se realizó el exorcismo por el padre jesuita Walter Halloran y los demás sacerdotes. La situación fue tan intensa que en ese tiempo casi no durmieron. Se colocó una imagen de san Miguel Arcángel en la habitación y Douglas amenazó con quitarse la vida si el exorcismo continuaba. En un momento, con una voz ronca el niño dijo: "No me iré hasta que Douglas pronuncie las palabras, pero nunca las dirá". Entre forcejeos, gritos y oraciones el ritual continuó. Según la bitácora, a las once de la noche, después de un lapso de terrible agresividad, el niño se levanto sobre la cama y con una voz muy diferente a la que su madre estaba acostumbrada a escuchar, dijo: "Soy san Miguel y en nombre del Dominus te ordeno que dejes este cuerpo ahora". Esas eran las palabras que debía pronunciar, y en ese momento el exorcismo culminó con un fuerte estruendo que anunció la liberación de Douglas.



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