Durante la primavera de 1981, el papa Juan
Pablo II se encontraba en la cúspide de su popularidad e influencia.
Llevaba desempeñando su cargo dos años y medio y se había creado la
reputación en todo el mundo de ser un
diplomático sumamente hábil y entregado. Y aunque era amado por los
católicos de todo el planeta, donde más se le quería era en su propio
hogar, en el Vaticano.
La tarde del 13 de mayo de 1981 el papa
circulaba lentamente en su «papamóvil» entre una multitud de 10.000
fieles en la plaza de San Pedro, en Roma, de camino a su audiencia
semanal, cuando un hombre armado se abrió paso y le disparó dos veces.
Ambos proyectiles alcanzaron al papa en el abdomen. Fue llevado a toda
prisa al hospital Gemelli en Roma, donde le extrajeron varias secciones
de intestino a lo largo de una intervención quirúrgica de emergencia que
duró cinco horas, se emitió un boletín afirmando que el Pontífice se
recuperaría pronto.

El responsable fue Mehmet Ali Agca, de 23
años, miembro de un grupo nacionalista de derechas que se autodenominaba
los Lobos Grises. Agca era un convicto turco fugitivo que había
disparado al editor de un periódico de izquierdas en su país en febrero
de 1979. En junio de 1979 Agca fue enviado a la prisión turca de máxima
seguridad de Kartal Martepe, pero había logrado escapar de alguna forma
cinco meses más tarde. A las pocas semanas, fue descubierto el cuerpo
sin vida del hombre que había facilitado información sobre Agca. El
hombre había sido torturado antes de ser asesinado. Entonces Agca había
enviado cartas al mismo diario turco, el Milliyet, diciendo que se se
proponía matar al papa. La policía italiana encontró que Agca portaba
una nota que decía «Mato al papa como protesta en contra del
imperialismo de la Unión Soviética y de los Estados Unidos, y en contra
del genocidio en El Salvador y Afganistán».

El juicio de Agca
se celebró dos meses después del intento de asesinato. Su abogado
protestó diciendo que un tribunal italiano no tenia jurisdicción sobre
un crimen cometido en el Vaticano, pero Agca, que se había declarado
culpable, fue sentenciado a cadena perpetua. Los rumores empezaron a
extenderse . Se dijo que el servicio secreto búlgaro había ofrecido
pagar a Agca 1,25 millones de dólares por matar al papa, y que la KGB
soviética y la Hermandad Masónica estaban implicadas.
El 27 de
diciembre de 1983, el papa Juan Pablo II visitó en prisión al hombre que
intentó asesinarlo dos años antes. El papa describió a Agca como «un
hermano al que he perdonado y que goza de mi confianza».
En
junio de 2000 Agca fue liberado de la prisión italiana por orden del
presidente italiano Carlo Ciampi. Había cumplido una condena de 19 años.
Luego pasó otros cinco años en cárceles turcas por el asesinato del
director del periódico antes de que finalmente se le concediera la
libertad condicional en enero de 2006. la condicional se le retiró poco
después.
Información extraída del libro: Crímenes (Nick Yapp)