En 1912 el sastre austriaco Franz Reichelt, residente de París, confeccionó una capa que, según él, le permitiría volar como murciélago. Solicitó a las autoridades de la Torre Eiffel un permiso especial para lanzarse desde lo alto y llevar a cabo una demostración de su nueva prenda. A petición de los funcionarios también pidió la autorización de la policía y firmó una serie de documentos mediante los cuales los liberaba de toda responsabilidad legal. Su acto comenzó a cobrar fama y el 23 de febrero de 1912, en compañía de admiradores, curiosos y fotógrafos de la prensa, ascendió a la primera plataforma, se detuvo sobre el borde y se lanzó al vació. Cayó de manera tan violenta que provocó un agujero en el suelo. Reichelt falleció a consecuencia del impacto.
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