Todo empezó el 10 de enero de 1959, al llegar
un grupo de milicianos dirigidos por el Che a Villoldo GM, la agencia de
automóviles y ensamblaje que Gustavo Villoldo padre tenía en la Habana.
El Che ordenó la ocupación del negocio
con casi 400 vehículos nuevos, alegando que la empresa había recibido
trato preferencial de parte de Batista (último presidente de Cuba antes
de la revolución). No pudiendo recuperar su negocio, Villoldo se suicidó
el 16 de febrero de ese año y diez días después su familia salió a
refugiarse a Miami.
Gustavo Villoldo, hijo del suicida, se
declaró anticastrista e ingreso a la CIA en 1964, después de haber
participado en la frustrada invasión de Bahía de Cochinos y en 30 o 40
operaciones contrarevolucionarias dentro de Cuba.
En 1965 la
CIA le ordenó localizar al Che y Villoldo se trasladó al Congo, donde
por poco lo atrapa al salir huyendo y derrotado a Tanzania. Después lo
localizó en Praga y Bulgaria, para ubicarlo finalmente en Bolivia, donde
asesoró a los Boinas Verdes que entrenaban y dirigían al batallón de
Rangers bolivianos que perseguían al ya localizado guerrillero
argentino.
Villoldo interrogó primero a Regis Debray, quien
dijo todo lo que sabia. Al que no pudo interrogar fue al Che, que fue
materialmente secuestrado por los Rangers bolivianos, y asesinado por
dos de ellos siguiendo ordenes del dictador Barrientos. En cambio,
participó personalmente en el entierro, llevado a cabo el 9 de octubre
de 1967. Y fue Villoldo quien escribió a la hija del Che, Aleida, sobre
la localización exacta de la tumba de su padre.
Información extraída del libro: Osama Tiosam (Rius)