"Viva la Religión. Viva nuestra Madre Santísima de Guadalupe. Viva Fernando VII. Viva América y muera el mal gobierno" fue el verdadero grito de Hidalgo, quién no demandaba la independencia de México, no estaba interesado en promover el rompimiento con la España Monárquica. En realidad fue Agustín de Iturbide quien consumó la independencia de México gracias al patrocinio político, económico y militar de Monteagudo y la Iglesia Católica, un hecho que ocurrió cuando Hidalgo ya tenía diez años de haber sido fusilado.
Matías Monteagudo |
Al pueblo se le concedería el crédito de haber promovido y logrado la independencia, aunque la verdad es que ésta se pactó en el interior de las sacristías, en particular en el templo de La Profesa, en una serie de reuniones celebradas en 1820. En aquellas juntas presididas por Monteagudo se tenía un objetivo preciso: Crear una confabulación armada en contra de la España liberal, que sería llevada a cabo por el grupo más reaccionario de la sociedad, un conjunto de personajes fanáticamente adictos a la monarquía absoluta y a la Iglesia Católica.
Para Monteagudo, y especialmente para la Iglesia, las disposiciones liberales de la Constitución de Cádiz promulgada desde España eran inadmisibles, por eso habían escandalizado tanto a la Iglesia Católica, pues dicha constitución ordenaba la desaparición de la Inquisición, la abolición de el fuero eclesiástico, la reducción del valor de los diezmos, que se subastaran los bienes del clero y que se permitiera la libertad de imprenta y de prensa. La Iglesia Católica nunca aceptaría una disminución de sus ingresos y tampoco se resignaría a la perdida de su influencia y del poder político y militar que había disfrutado durante trecientos años de dominación española.
Bien decía una frase Iturbide: "La independencia de la Nueva España se justifica sólo para proteger a la religión católica".
La Iglesia Católica tenía una mejor estructura que el gobierno: diez diócesis, mil parroquias y casi trescientos conventos y monasterios. Asimismo, la Iglesia de Cristo, además contaba con policía secreta y sótanos de tortura. No bastando controlaba hospitales, escuelas, orfanatos y hasta prisiones. También disponía de un ejercito burocrático que administraba el Imperio de las Limosnas, por lo que no les fue nada difícil llevar a cabo un levantamiento armado para evitar la imposición de la Constitución de Cádiz.
Agustín de Iturbide |
Finalmente, y después de varios encuentros armados las élites del nuevo país celebraron la Independencia: el ejército, los comerciantes, el clero y la nobleza criolla y peninsular festejaron escandalosamente la firma del Plan de Iguala, pues en él se hacía constar la independencia y se establecía la exclusividad de la religión católica, "sin tolerancia de otra alguna".
Fuente consultada:
Libro: 100 Mitos de la Historia de México (Francisco Martín Moreno)