De niño, Peter Kürten sufrió espantosas
palizas a manos de su padre, un degenerado que más tarde sería condenado
por cometer incesto con la hermana de Peter, de sólo 13 años. En 1892,
cuando apenas contaba nueve años, Peter
se vio involucrado en un incidente en el que dos niños se ahogaron en el
rio Rin: es muy posible que fuese responsable de una de las muertes.
Desde muy joven tuvo problemas con la policía, y es casi seguro que en
1913 asesinó a una niña de 10 años en Colonia. Un año más tarde, al
comienzo de la Primera Guerra Mundial Kürten desertó del ejercito
imperial. Pasó el resto de la contienda en prisión, habitualmente en
confinamiento solitario, donde se dice que se entregaba a orgiásticas
fantasías de destrucción en las que se imaginaba provocando incendios y
saboteando líneas de ferrocarril. Tras salir de la cárcel, Kürten se
casó con una ex prostituta que también había pasado algunos años en
prisión por matar a tiros al hombre que la había abandonado. La suya fue
una pareja triste y peligrosa.
En 1925 se trasladaron a
Dusseldorf; allí Kürten provocó varios incendios y violó a numerosas
mujeres. El 9 de febrero de 1929 mató a una niña a puñaladas, el primero
de una serie de salvajes agresiones que le valieron el sobrenombre de
"Vampiro de Dusseldorf" en la prensa. Los ataques violentos continuaron
hasta que el 14 de mayo de 1930 Kürten topó con Maria Buslick, una
criada sin empleo. Tras llevarla a un bosque cercano, la violó y
permitió que se marchara. Pese a que inicialmente María no deseaba
denunciar el ataque, más tarde condujo a la policía al departamento de
Kürten.
Fue declarado culpable de nueve asesinatos y condenado a
muerte. Poco antes de ser guillotinado, Kürten preguntó al psiquiatra
de la prisión si, una vez separada la cabeza del tronco, sería aún capaz
de oir durante un par de segundos cómo se derramaba la sangre de su
cuello. El psiquiatra le dijo que era posible, a lo que Kürten replico:
"Eso sería in placer enorme."
Información extraída del libro: Crímenes (Nick Yapp)