Entre
el 4 y el 11 de febrero de 1945, justo después de la Segunda Guerra Mundial, tres hombres se repartieron el mundo
en sendas zonas de influencia, aunque prometiéndose apoyo mutuo para el
control y equilibrio de cada uno de los espacios.
El presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt , el primer ministro
británico Winston Churchill y el dictador soviético Josef Stalin se
sentaron juntos en el balneario de Yalta y, ademas de hacerse una
fotografía histórica, decidieron qué países tenían derecho a qué
compensaciones y cuáles a qué castigos ante el ya próximo final de la
segunda guerra mundial. Las decisiones que se tomaron allí afectaron al
porvenir del mundo entero durante decenios y, en muchos aspectos, aún
siguen influyéndolo.
En el plano puramente político, había que
resolver la cuestión de la realeza en Bélgica, el gobierno provisional
de la República francesa, el futuro de Polonia, la guerra con Japón, la
futura ocupación y partición de Alemania o la expansión de la democracia
en general en "los pueblos libres" en sustitución de los regímenes
hasta entonces más o menos autoritarios. Por supuesto también se habló de dinero.
Fragmento del libro: Illuminati (Paul H. Koch).