Desde el punto de vista anticomunista, uno de
los países más preocupados de Europa occidental fue Italia, donde el
Partido Comunista local estaba haciendo grandes avances políticos
y alcanzando significativos éxitos electorales durante los años 50.
Alarmados, los norteamericanos al parecer activaron la alarma italiana
para llevar a cabo la Operación Stay Behind, que consistía en crear una
organización secreta cuyo nombre en clave fue Operación Gladio (espada),
que reclutó a una red de agentes y agitadores derechistas listos para
hacer frente a una posible toma de poder de los comunistas.
Aquí es donde entra en acción Licio Gelli, conocido por ser el máximo
líder de la logia masónica P2, relacionada con actos de corrupción,
lavado de dinero y asesinatos. Los múltiples contactos de Gelli con la
agencia de inteligencia y las comunidades neofascistas le convirtieron
en el hombre ideal para el trabajo, y supuestamente fue un elemento
clave en la instauración de la Operación Gladio. Fue iniciado en una
logia masónica de Roma en 1965, posteriormente se le nombró secretario
de la logia P2. Todo ello resultó muy útil, por que, si bien según la
ley italiana todas las logias tenían que presentar sus listas de
miembros al gobierno, la P2 había sido una logia «encubierta»
(clandestina) desde el comienzo y por consiguiente resultaba perfecta
para sus propósitos. Gelli comenzó entonces a transformarla en una
sociedad secreta política que pudiese servir a la causa anticomunista.
Gelli se ocupó de reclutar elementos de la élite social italiana y
sudamericana, incluidos varios empresarios y financieros, hombres
relacionados con los medios de comunicación, funcionarios, políticos,
abogados, jueces, generales y almirantes, capos de la mafia y agentes de
inteligencia. A pesar de que la Iglesia católica amenazara con
excomulgar a todos aquellos que se relacionaran con las logias
masónicas, varios altos miembros del clero se alistaron, como el
arzobispo Paul Marcinkus, director del banco Vaticano, y otros miembros
de la curia, como se le conoce al «gobierno» del vaticano.
Como
parte de la Operación Gladio, se cree que la P2 estuvo detrás de varios
atentados de «bandera falsa», donde se culpó a las organizaciones
comunistas de realizar ataques terroristas; el objetivo era
desprestigiarlos ante la opinión pública y manchar el nombre de los
políticos comunistas legítimos. La P2 trabajo en conjunto con la CIA
para crear las Brigadas Rojas, una organización terrorista de
"izquierdas" que en 1978 secuestró al primer ministro Aldo Moro cuando
se encontraba a punto de lograr un acuerdo histórico con el Partido
Comunista de Italia. Después de mantenerlo cautivo durante 55 días fue
asesinado. Se dice que había sido advertido por influyentes
norteamericanos de que su vida corría peligro si llegaba a algún acuerdo
con los comunistas. Esta y otras acciones formaban parte de los planes
anticomunistas de la P2. En paralelo con ellas existía un programa
político de propaganda en el que se buscaba apoderarse de los medios,
inclinar la política italiana hacia la derecha, mientras se intentaba
eliminar al Partido Comunista de Italia.