Durante la primera semana de septiembre de
2004, atroces acontecimientos en la Escuela de Enseñanza Media Número
Uno de Beslán conmocionaron a la comunidad Rusa. Al comienzo del curso
escolar un grupo de hombres y mujeres
armados y enmascarados se acercaron desde las vías del tren que
discurrían por detrás del colegio. Entraron al patio, acorralaron a más
de 1.000 niños y adultos y los condujeron a punta de pistola al
gimnasio, un edificio de 10 metros de ancho y 25 metros de largo. Una
vez allí, confiscaron cámaras y teléfonos móviles, instalaron una serie
de bombas y trampas explosivas y anunciaron que eran militantes
chechenos.
La matanza no tardó en empezar. Cuando la policía
entró al patio para ayudar a los pocos padres y niños que habían hecho
un intento desesperado por escapar, los terroristas abrieron fuego desde
las ventanas del gimnasio. Algunos testigos declararon después que los
terroristas dispararon a varios profesores varones dentro del colegio.
Las fuerzas de seguridad rusas rodearon el edificio y, durante un
tiempo, parecía que se había llegado a un punto muerto. Los terroristas
no intentaron negociar en momento alguno, pese a que el presidente
Putin, inusitadamente, anunció en la televisión rusa que contemplaba esa
posibilidad. Después de eso, los terroristas comunicaron sus demandas a
la policía: querían la liberación de 24 separatistas chechenos
arrestados en junio de 2004, después subieron a 20 de los rehenes
varones a la segunda planta del gimnasio y los ejecutaron.
El
calor era intenso. Los terroristas cortaron el suministro de agua y los
rehenes se vieron obligados a beber su propio sudor y orina. Cuando los
niños lloraban, sus secuestradores disparaban al aire para asustarlos
hasta que se callaban. Los rehenes pasaron una segunda noche en el
gimnasio entre el miedo, la inmundicia y la angustia. Durante la mañana
del tercer día los ánimos cambiaron y la violencia estalló a las 13:05
horas.
Los terroristas dieron permiso a los paramédicos para
recoger los cadáveres que se pudrían al sol por fuera del edificio.
Mientras lo hacían se produjeron dos explosiones que destruyeron
totalmente el gimnasio. A las tropas se sumaron civiles armados con
rifles y avanzaron hacia adelante disparando a las ventanas. Los
ocupantes abrieron fuego desde dentro del edificio. No se pudo empezar a
evaluar el alcance de la matanza hasta que se disipó el humo, los
terroristas supervivientes se refugiaron en un sótano con algunos
rehenes, al llegar la policía los rehenes ya habían sido asesinados y
los terroristas fueron abatidos. Al final se encontraron
videograbaciones que los mismos terroristas habían hecho en el lugar. Se
contabilizaron 334 muertos y más de 780 heridos entre hombres, mujeres y
niños.
El presidente de Rusia Vladímir Putin ordenó un luto
nacional los días 6 y 7 de septiembre. El 7 de septiembre, 135.000
personas se manifestaron contra el terrorismo en la Plaza Roja de Moscú.
En 2005 se produjo un documental llamado "Los Niños de Beslán"
("Children of Beslan") dirigido por Ewa Ewart y Leslie Woodhead, que
reúne testimonios de los supervivientes de la masacre.
Información extraída del libro: Crímenes (Nick Yapp)