El día 22 de marzo del año 2012 se realizó ante las autoridades un reporte sobre la desaparición de Jesús Octavio Martínez, de 10 años de edad, de quien se perdió rastro mientras se dirigía de la escuela primaría donde estudiaba a su domicilio, en la población de Nacozari de Garcia, Sonora, México. Tras la denuncia se inició una investigación y se interrogó a los familiares del menor para obtener más pistas, pero terminaron confesando que habían asesinado al niño en un ritual dedicado a la Santa Muerte. Posteriormente fueron detenidas ocho personas, todos miembros de la misma familia, quienes constantemente se reunían para llevar a cabo rituales que consistían en sacrificar personas para obtener "salud, dinero y protección" por parte de la deidad a la que le rendían culto. Se dice que quien lideraba y organizaba las reuniones era Silvia Merás Moreno, de 44 años, a quién le seguían su esposo y sus hijas de entre 15 y 25 años junto a otros familiares.
Conforme avanzó la investigación se encontraron dos fosas clandestinas que contenían los restos de tres personas, entre ellas Jesús Octavio Martínez y otro niño de nombre Martín Ríos Chaparro, también de 10 años de edad y quien había sido asesinado en julio de 2010. La tercera víctima respondía al nombre de Cleotilde Romero Pacheco, de 44 años de edad, asesinada en diciembre de 2012 en las mismas circunstancias. Tras las confesiones de los detenidos se dijo que recurrían a degollar a sus víctimas, además de realizar cortes en distintas partes del cuerpo para extraer la sangre, pues esta era ofrecida como ofrenda a la Santa Muerte, quién posteriormente atendería sus peticiones.
Fuentes: informador.com.mx | infocatolica.com