Debido a su consumo de drogas y sus recurrentes orgías, se les ha llegado a considerar una simple secta de guerreros en busca de placer. Pero detrás de sus acciones había profundo misticismo. Se dice que la primera fortaleza que construyeron era una réplica exacta del paraíso de Mahoma, con las mujeres y las drogas que el profeta había prometido a sus seguidores. Pero no sólo era un lugar de placer, también contaban con un observatorio astronómico y una de las bibliotecas más importantes de la antigüedad sobre ciencia y filosofía, cuyos secretos eran celosamente guardados. Si alguien los revelaba, debía ser asesinado en un macabro ritual.
Aunque esencialmente eran una secta islámica, los Asesinos también adoptaban parte de otras creencias. De hecho, se cree que su doctrina se basaba en la gnosis, la cábala y la alquimia, vertientes de origen religioso que están estrechamente relacionadas con el esoterismo, y que pretenden un conocimiento muy elevado al que sólo pocos pueden acceder. La organización era muy jerárquica y con una estructura piramidal. Al no tener consciencia entre el Bien y el Mal, su único deber consistía en obedecer al Íman (como le llamaban a su líder). Para ellos el bien y el mal formaban parte de la misma unidad, por este motivo les daba lo mismo. Se ha dicho que al ser perseguidos se disgregaron creando reducidas células, algunos se convirtieron en asesinos a sueldo.
Información extraída del libro: Más Allá de Ángeles y Demonios (René Chandelle)