En 1936 el filósofo alemán Walter Benjamin
describió al fascismo alemán como la "estetización de la política", en
vista de la cultivada imagen que tuvo el régimen nazi. La campaña
publicitaria que caracterizó a este
gobierno es comparable quizá con la de cualquier producto de consumo
del siglo XXI, abarcando todo el aspecto mediático de entonces: prensa,
radio, y por supuesto las espectaculares concentraciones masivas,
elemento fundamental como muestra de poder, mismas que llegaron a ser
diseñadas a todo detalle para causar el mayor nivel de impacto no sólo
en los alemanes, sino en los extranjeros que las presenciaron, donde las
marchas por las calles, el uso de procesiones con antorchas y oradores
tuvieron gran alcance visual. Las calles y oficinas gubernamentales
ostentaban la imagen de la infame esvástica, un logotipo sencillo que
sería el sueño de un publicista moderno, diseñada en colores elementales
para la lectura, negro sobre fondo blanco.
La propaganda en
torno al poder militar fue muy visual, con énfasis en el diseño técnico
castrense, como aviones, buques, submarinos y tanques. incluso el casco de uso
reglamentario alemán, stahlhelm, aunque utilizado desde 1916, se
convirtió en un objeto primordial de propaganda para el Tercer Reich.
Sin duda la manera en que el régimen mostró una de sus mejores
representaciones estéticas fue a través del uso de la cinematografía
como propaganda; películas, sobre todo documentales, tejen la idea del
guerrero, la "raza humana" ideal y la noción de la identidad nacional.
Cobran especial interés los famosos documentales Olympia y El Triunfo de
la Voluntad, dirigidos por Leni Riefenstahl, que son considerados
auténticos logros técnicos en maestría de la cinematografía.
Información extraída de la revista: Muy Interesante (Agosto 2011)