El 11 de septiembre
de 1973, el ejército chileno, apoyado por Estados Unidos, se levantó en
armas contra el gobierno de Salvador Allende, quien había sido elegido
democráticamente. Después del derrocamiento se estableció
una dictadura de terror y sangre encabezada por Augusto Pinochet y
respaldada por Washington, ya que el gobierno norteamericano saldría beneficiado, pues con el nuevo gobierno impuesto en Chile los intereses de la Casa Blanca permanecerían intactos.
Desde 1970 Henry Kissinger y la CIA
prepararon al detalle una campaña para derrocar al presidente electo de
Chile. El motivo fue que al gobierno estadounidense le incomodaba la
orientación marxista de las políticas de Allende, la simpatía que este
sentía por Fidel Castro, y especialmente, el hecho de querer beneficiar a
su país nacionalizando el cobre chileno que se encontraba en manos de
empresas norteamericanas.
La apertura de algunos archivos ha
demostrado plenamente lo que ya se había denunciado por varios
personajes de izquierda: que el gobierno estadounidense participó
directamente en el derrocamiento de Allende mediante soborno, espionaje y
financiamiento. Millones de dólares fueron entregados a organizaciones
ultraderechistas y al ejercito chileno. Dinero que fue utilizado para
movilizar paros y huelgas que antecedieron al golpe militar.
Durante el levantamiento las Fuerzas Armadas tomaron el control de gran
parte del país, Salvador Allende permaneció en el Palacio de la Moneda,
sede del gobierno chileno, que fue bombardeado por aviones militares
dejando la estructura en ruinas. Allende decidió no rendirse y resistir
hasta el final ante lo que él consideraba una injusticia. Finalmente
Allende se suicido. Ese día fue el inicio de una dictadura militar
liderada por Augusto Pinochet que duró hasta 1990. Fue el final de una
democracia estable que hasta entonces caracterizaba a Chile.
Durante el periodo dictatorial fueron cometidas sistemáticas violaciones
a los derechos humanos, se asesinó a activistas políticos, críticos,
artistas y a muchos ciudadanos que eran considerados opositores, se
limitó la libertad de expresión, se suprimieron los partidos políticos y
el Congreso Nacional fue disuelto.