En Leonardo Da Vinci existió una dimensión
esotérica que emana de su figura y que impregnaba toda su vida y obra.
El conocimiento que él tenía sobre lo oculto se refleja en sus pinturas
y, además, en sus abundantes escritos,
plagados de pensamientos y observaciones en clave, que revelan su saber
sobre los enigmas de la vida y el universo, y sobre la existencia de la
verdadera naturaleza de la relación entre María Magdalena y Jesús, y por
su puesto del Santo Grial.
Giorgio Vasari (artista plástico y
biógrafo, personaje contemporáneo de Leonardo) dijo alguna vez que Da
Vinci tenia una mentalidad herética. Buena parte de la obra pictórica
del genio toscano permite una suerte de "doble lectura": aquella obvia,
visible para cualquier persona y otra menos visible, reservada para
quienes sean capaces de codificarla.
Analizando La última cena
podemos ver que a la derecha de Jesús, puesto de honor, no es un joven,
sino una mujer, concretamente, María Magdalena. Varios detalles -aún
menores- confirman este hecho: uno va vestido casi como reflejo del
otro, o sea, las ropas de Magdalena son el reflejo invertido de las de
Cristo (como una intención de relacionar a los dos personajes); aparecen
unidos por las caderas e inclinados en direcciones opuestas,
conformando una suerte de "embudo", lo que para algunos expertos
simboliza un cáliz y, por lo tanto el Grial. Además este velado
simbolismo aparece hacia el centro de la obra, lo cual le hace tomar un
carácter de protagonismo indirecto, pero no totalmente, sino
discretamente desplazado hacia el lado izquierdo de quien aprecie la
pintura, lado que se asocia con lo femenino, de la misma manera en que
el lado derecho se asocia con lo masculino. Y una clara imagen de los
celos y el resentimiento que Pedro sentía hacia Magdalena, y que aparece
claramente en los Evangelios Gnósticos, también se hace presente en
este mural, ya que el canto de la mano del apóstol amenaza el frágil
cuello de Magdalena como haciéndole una advertencia.
Otra
lectura "transversal" que se ha hecho acerca de esta obra es que al
visualizarse, de hecho, dos Cristos virtualmente idénticos, estaría
operando como una suerte de confesión de que Leonardo adscribiría a una
antigua idea "sacrílega", según la cual, Jesús tendría un hermano
gemelo.
Información extraída del libro:
Más Allá del Código Da Vinci (René Chandelle)
