El Estado conspira contra todo aquello que
represente una amenaza para sus intereses, y lo hace de distintas
formas, una en particular es aquella en la que agentes se infiltran en
movimientos sociales para identificar a
las personas mas activas y a quienes pudieran ser el motor
de la movilización, eliminarlos es el objetivo, dejarlos fuera del
juego, casi siempre con una detención injustificada, de esta manera la
movilización pierde fuerza. Pero el Estado, ademas de esta, tiene otras
estrategias, muchas desconocidas por los activistas. Un ejemplo es la
siguiente narración extraída del libro Teorías de la Conspiración de
Robin Ramsay.
Un teórico de la conspiración, el escritor Robert Anton Wilson, describe su experiencia de la siguiente manera:
"En 1960, en Chicago, yo me vi envuelto en un movimiento pacifista. Más
tarde supe, por revelaciones de investigadores ligados al Congreso, que
se habían destinado más de 5000 agentes para infiltrar el movimiento
sólo en la ciudad de Chicago. Algunos trabajaban para el Buro Federal de
Investigación (FBI), y otros para la Agencia Central de Inteligencia
(CIA), y otros más para los servicios de Inteligencia del ejército. A
partir de 1968, el FBI echó a andar un programa, cuyo nombre en código
era COINTELPRO. El propósito fundamental de COINTELPRO era el hacer
notar a los movimientos pacifistas que estaban infiltrados, de manera
que entre sus miembros se produjera un estado emocional cercano a la
paranoia y un clima de inseguridad, sospecha y desconfianza de unos a
otros, ya que los individuos y los grupos tendían a cooperar en armonía.
El trabajar en un grupo pacifista en aquellos tiempos era como estar en
el ambiente de una novela de Eric Ambler. Recuerdo que en sólo una
semana, fui advertido de que alguno de los compañeros del grupo pudiera
ser agente del gobierno y, por supuesto, aquel que un día era acusado se
convertía en acusador al dia siguiente. Pasados veinte años, yo todavía
no se quien era agente y quien no."