Enric Marco, un sindicalista nacido en 1921 en Barcelona, España, recordaba con dolor y lagrimas en los ojos lo que había vivido en su paso por los campos de concentración nazis de Flossenburg y Mauthausen: "Llegábamos en trenes infectos, nos desnudaban y sus perros nos mordían". Sin embargo todo era inventado, Marco en realidad no podía recordar nada de sus paso por un campo de concentración nazi por que nunca había pisado uno. Durante casi 30 años este catalán jugó a ser víctima del Holocausto y llegó a presidir la asociación Amical de Mauthausen, una plataforma desde la que se realizaba un amplio trabajo divulgativo. Daba un sin fin de conferencias anuales, en las que relataba, con todo tipo de detalles morbosos las vejaciones a las que había sido sometido por los militares nazis.
La farsa de Enric Marco duró de 1978 a 2005, cuando fue desenmascarado por el historiador Benito Bermejo. La versión que Marco daba de su biografía narraba que había huido de España durante la Guerra Civil para refugiarse en Marsella, al sur de Francia, donde había sido detenido por los alemanes en 1941 y enviado a los campos de concentración de Flossenburg y Mauthausen, hasta que fue liberado en 1945. El historiador Benito Bermejo fue el primero que dudó al descubrir que Marco no figuraba en ningún archivo de Flossenburg: "Enric no pudo ser detenido por la Gestapo en 1941, por que en esa fecha Marsella no era una zona ocupada por los nazis y los republicanos no eran entregados a los alemanes". Bermejo mostró sus descubrimientos a la agrupación de deportados españoles que, inmediatamente, hicieron dimitir de su cargo a su presidente.
La realidad es que el impostor había partido voluntariamente a Alemania en 1941 en una expedición de trabajadores españoles. Fue detenido por los nazis en 1942 y encarcelado hasta 1943, cuando regresó a España. En su defensa, Marco alegó que sólo mentía para captar mayor atención en los horrores del Holocausto: "Mentí para resaltar la verdad ¿debo pedir perdón por eso?".
