Estados Unidos tiene un problema al interior de sus fronteras que podría compararse al de las guerrillas en Latinoamérica, nos referimos a los grupos armados de extrema derecha, organizaciones que apoyados en la segunda enmienda (que les permite la posesión de armas) deciden reclutar personas, brindarles entrenamiento y mantenerse dispuestos a utilizar las armas para lo que ellos consideran una causa justa. Así fue que en 1996 fueron arrestados doce miembros de la Milicia Víbora en el estado de Arizona.
Según funcionarios del FBI, el arresto de estos doce extremistas dejó claro que las actividades de las milicias estadounidenses son más peligrosas y están más arraigadas en la población de lo que nadie se imaginaba. Las autoridades estadounidenses llegaron a considerar que esto ha demostrado que "los terroristas" también forman parte de su nación y que realizan sus actividades en el corazón mismo de los Estados Unidos.
Tras el arresto y posterior investigación de esta organización en Arizona, se reveló además que estos grupos están integrados por personas con oficios y profesiones comunes, y no sólo por "fugitivos y vagos" como se pensaba, o al menos, esta era la impresión que tenían los círculos policiales hasta el atentado en el edificio Alfred P. Murrah, en la ciudad de Oklahoma, o la aparción de los llamados "Freemen" en Montana, un movimiento cuya ideología los define como hombres libres e independientes de las leyes impuestas por el gobierno. Entre los detenidos en Arizona se encontraba una contable de una compañía telefónica, un pintor de casas, un vendedor de muebles y un técnico de aire acondicionado. En su tiempo libre, estas personas "normales" recibían entrenamiento sobre el uso de explosivos para atacar instalaciones gubernamentales como una forma de oponerse al Nuevo Orden Mundial.
Durante las investigaciones sobre el Antrax, después del atentado a las Torres Gemelas, surgieron algunas pistas sorprendentes sobre una probable alianza entre las milicias de ultraderecha estadounidenses y organizaciones terroristas de medio oriente, además de revelarse que en algunos grupos neonazis de ese país Osama Bin Laden era admirado como un icono anti-sionista y abiertamente opuesto al llamado Nuevo Orden Mundial. Según indica un panfleto de uno de estos grupos: "El Islam es la única oposición al sionismo que ahoga nuestra patria". Esta actitud, catalogada como antisemitismo, la simpatía con el Islam y la estructura de estos movimientos despertó el interés de las autoridades sobre su posible vínculo con organizaciones como Al Qaeda y un apoyo logístico entre ambos que podría representar un peligro para la seguridad nacional.
Fuente consultada: Revista - Año/Cero (Monográfico No. 2 - Grandes Conspiraciones)
