La dominación de los medios masivos de comunicación y entretenimiento a nivel mundial por parte de Estados Unidos ha sido una pieza importante para la manipulación de la opinión pública, un objetivo que la élite estadounidense se propuso para el siglo XX, lográndolo indiscutiblemente. Y es que ningún imperio jamás tuvo a su disposición medios como los que tiene actualmente Estados Unidos, herramientas perfectas para amoldar a la sociedad de acuerdo a sus ambiciosos intereses capitalistas; así las masas querrían adoptar el estilo de vida gringo viéndolo como un modelo a seguir.
Henry R. Luce, dueño del imperio editorial Time-Life, dijo claramente: "Aceptemos con entusiasmo nuestro deber y nuestra oportunidad de ser la nación más poderosa y vital del mundo y, en consecuencia, ejerzamos sobre el mundo nuestra influencia hacia aquellos fines que creamos convenientes a través de los medios. Ahora nos toca a nosotros ser el generador de los ideales que se extiendan por el mundo entero". Así, de manera ejemplar, Luce predicó que la "formación de la opinión pública" a nivel mundial era la mejor forma de convertir a los Estados Unidos en un imperio internacional, diciéndole a la gente lo que tenia que pensar a través de dos cosas: el control de la información y la fabricación de imágenes americanizadas.
Utilizando científicamente los medios de comunicación masiva, especialmente la televisión, se ha logrado convencer al mundo entero de que lo más importante en la vida es tener dinero y gastarlo en lo que la publicidad nos dice que necesitamos, convirtiendo esto en el ideal del ser humano, donde aquel que gasta más se convierte en un ciudadano ejemplar, y el que no lo hace no tiene nada, por lo tanto no merece ser tomado en cuenta. Así funciona la sociedad de consumo, dejando que nuestra manera de pensar y de vivir sea controlada por los medios.
Las cadenas de noticieros nos informan sólo de lo que quieren que sepamos. Los programas de televisión nos dicen como debemos vestir, que tipo de carro comprar, donde ir a gastar nuestro dinero y hasta lo que debemos comer. Mientras el televidente cree que está disfrutando de un sano entretenimiento es bombardeado de anuncios comerciales que le recuerdan lo mal que vive si no consume ciertos productos. La radio, dominada por la música comercial, nos dice lo que debemos escuchar y lo que demos bailar. Todo esto combinado manipula a las masas, diciéndoles quienes son los buenos y quienes los malos según el punto de vista estadounidense, a quien debemos amar y a quien debemos odiar según sus series y películas, a quien debemos ayudar y a quien debemos hacerle la guerra según sus noticieros. Finalmente el receptor de toda esta basura acaba teniendo una mentalidad que ha sido insertada en su cabeza estratégicamente, haciendo que la pobre cultura gringa predomine sobre las demás.
No cabe duda de que algunos países, como Cuba, Corea del Norte, Vietnam, entre otros, han logrado escaparse de la globalización comunicacional impuesta por Estados Unidos; sin embargo, estos cuentan con sus propios métodos de manipulación. Por otra parte, en muchos países existen alternativas, como los medios independientes que proponen un contenido nacionalista y cultural, pero que no igualan el nivel de aceptación que tiene la programación basura que acapara los medios comerciales.
Fuente consultada: Libro - Osama Tiosam (Rius)