Mientras caminaban hacia el edificio, Chapman grito: "¡Seño Lenon!". Luego adoptó lo que un policía describió como "una posición de combate" y realizó cinco disparos con su revólver Charter Arms calibre 38. Uno de los tiros no dio en el blanco, pero dos acertaron a Lennon en el lado izquierdo de la espalda y otros dos en el hombro izquierdo. Las balas habían recibido un limado especial para que provocaran el mayor daño posible. Lenno sólo dijo "Me han dado", y cayó al suelo. La policía lo llevó a toda prisa al hospital Roosevelt, donde murió tras haber perdido el 80% de su sangre. La noticia de su muerte fue transmitida por todos los medios y una multitud se aglomeró fuera del edificio Dakota, encendiendo velas, rezando y cantando las canciones de Lennon.
Chapman nunca negó la autoría del crimen. Dijo que pensó que si mataba a Lennon "se convertiría en alguien", que su móvil había sido la envidia que sentía por la fortuna y la fama de Lennon, además de la "vocecita" que le repetía "Hazlo". Fue sentenciado a cadena perpetua con una pena mínima de 20 años y le ha sido denegada la libertad condicional varias veces.
Información extraída del libro: Crímenes (Nick Yapp)