Los historiadores conservadores se ven en
aprietos cuando el tema a tratar es el llamado "Santo Oficio", pues les
cuesta hablarnos de los asesinatos, las torturas, los encierros
insalubres, los azotes públicos, el garrote,
el potro, las mutilaciones, los autos de fe, las hogueras, la
confiscación de bibliotecas y de toda clase de bienes. Acciones poco
cristianas que llevó a cabo la Inquisición y que constituyen una mancha
imborrable, ante la cual dichos historiadores vergonzosamente han
recurrido a la mentira buscando limpiar el nombre de la Iglesia o, por lo menos, darle una imagen menos despiadada.
Según su versión de los hechos, en la Nueva España los inquisidores
sólo se ocuparon de la divulgación del evangelio y no cometieron grandes
crímenes, sólo castigaban a los europeos que ostentaban "un falso
cristianismo". Estas afirmaciones son totalmente falsas, en realidad la
Inquisición sí cometió grandes crímenes y la Iglesia nunca ha respondido
por ellos. Los historiadores se han olvidado de contar que la
Inquisición fungió como el brazo armado del rey para asesinar a quienes
se oponían a su mandato, además de otros oscuros intereses como
enriquecerse a costa de la sangre derramada.
En 1521 los
franciscanos llevaron a juicio al indígena Marcos de Alcoahuacán, se le
acuso y condeno por el delito de bigamia, por lo cual la primera victima
del Santo Oficio en nuestro país fue un indígena. En 1539 se acusó a
Carlos Chichimecatecuhtli, otro indígena, supuestamente por adorar
ídolos y practicar sacrificios humanos, algo totalmente falso, pues
Carlos era católico y su error fue proponer a la iglesia el respeto por
las antiguas creencias indígenas, esto le llevó a morir en la
hoguera. Curiosamente, la mayor parte de los condenados eran
antiguos nobles que poseían importantes propiedades, lo cual da lugar a
cierta sospecha de lo que buscaban los inquisidores, pues según el
derecho de Indias el inquisidor tenía la facultad de apropiarse de los
bienes de los ajusticiados; así, podemos comprender por que el Santo
Oficio en España se ocupó de mandar a la hoguera, principalmente, a los
judíos ricos. Gran parte de la riqueza eclesiástica está manchada de
sangre.
En México se persiguió y asesinó a muchos judíos. Un
caso en particular fue el que se perpetro en contra de Luis de Carvajal y
sus familiares, quienes en 1590 fueron condenados por sus costumbres
religiosas: siete perecieron en la hoguera, uno murió por el garrote vil
y don Luís falleció en la cárcel mientras esperaba ser llevado a
España. No bastando con esto, la Inquisición se ocupo de
prohibir la llegada a México de libros que permitieran el desarrollo del
intelecto: obras científicas, textos políticos, filosofía y otros
temas. Cabe señalar que siendo la Iglesia quien se ocupaba de la
educación, cuando Agustín de Iturbide llegó al poder, el 98% de los
mexicanos no sabia leer ni escribir. Y es que el clero nunca ha mostrado
el mínimo interés por la educación del pueblo, pues los fieles
analfabetas e ignorantes han sido los más fáciles de manipular.
Fuente consultada:
Libro - 100 Mitos de la Historia de México (Francisco Martín Moreno)
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La Inquisición en México
Publicado por
Anonimo
★
25 agosto 2013