El luciferismo buscaba la claridad, el entendimiento. Partió de la base de que Lucifer se enfrento a Dios por su negativa a entregarle la sabiduría y el libre discernimiento y albedrío. Por lo tanto, no debemos confundir a los Luciferinos con los seguidores del llamado "Portador de la Luz, Satanás", que es la entidad maléfica por excelencia.
Frente a la Iglesia establecida hay dos corrientes diabólicas: la teórica, filosófica, intelectual y reflexiva, marcada por el luciferismo; y la práctica, mundana, terrenal dictatorial y jerárquica, en manos del satanismo.
El satanismo postula atacar a la Iglesia, invertir sus símbolos y profanar sus templos. Persigue, simple y llanamente, mantener una linea de actuación totalmente contraria a la que viene marcada desde Roma. Se sintetiza en "luchar contra el opuesto" (Dios). Sin embargo, el satanismo no tendría enemigo alguno si no existiera la Iglesia, y esta no tendría enemigo alguno, al menos desde el punto de vista conceptual, si no pudiera recurrir al Mal y más concretamente a Satanás, como contrafigurar de su prédica. Iglesia y Satanismo, es decir, las representaciones del Bien y del Mal, no tendrían demasiada razón de ser si uno de los dos estamentos dejara de existir.
Consultado en el libro: Más allá de Ángeles y Demonios (René Chandelle).
