Así fue que entre 1964 y 1966, dio inicio la llamada invasión británica, fue una eclosión de una serie de cantantes y grupos de rock de Gran Bretaña que se hicieron populares en Estados Unidos y pusieron cerco a la cultura norteamericana.

La juventud de Estados Unidos sufrió una revolución radical sin siquiera ser consciente de ello, mientras que la generación de sus mayores contemplaba, impotente, lo que sucedía, incapaces de identificar el origen de la crisis que se desarrollaba ante ellos y, en consecuencia, reaccionando de forma equivocada contra las
manifestaciones de esa crisis, que eran las drogas de todo tipo, primero marihuana y luego ácido lisérgico (LSD), una poderosa droga que alteraba el estado de conciencia.» Aunque la documentación exacta está escondida en las oficinas del gobierno británico, en el cuartel general del MI6 en Londres y en la base de la CIA en Langley, Virginia, puede darse por sentado que la Inteligencia británica y su filial, la Oficina de Servicios Estratégicos norteamericana, estuvieron directamente implicadas en una investigación secreta para controlar la conducta humana.
Fragmento del libro: Los Secretos del Club Bilderberg (Daniel Estulin)